Cinco de la tarde del sábado. Para muchos vuestro tercer día, pero mí, sábado.

No es un sábado normal es el sábado del Mad Cool, te dices a ti misma guay y te empiezas a preparar para el tema. Es un festival, y tú, en tu imaginario de festivales piensas en la ropa de batalla, por supuesto. Las zapas más viejas que tienes en tu armario, camiseta negra, vaqueros, y una chapita adornando la cami por darle un toque in. Tu cuerpo de festi se ha criado en los 90’s con nombres como el de ViñaRock por lo que estás acostumbrada a rebozarte en el barro..

Nada más lejos de la realidad porque, cuando llegas ya vas oteando que no es el festival que habías pensado (para bien, claro). Después de las milongas actuales de todos los festivales, registrarte los bolsos, cachearte, etc, el entorno que da paso al recinto es muy diferente. Una entrada gigante con el nombre del festival reinando en la parte de arriba Mad Cool, como la entrada de una iglesia multitudinaria, y te dices “Esto no pinta mal. Seguimos”. Las instalaciones por donde accedes, una galería semidescubierta, te dan una idea de que es un lugar potente.

Continuas y le sigue un paseo adornado de palmeras, ¿Estoy en la jodida California? No, es el Mad Cool. Escenarios gigantes, césped artificial y por supuesto, ves que la gente no va con sus zapatillas más viejas. Sandalias, modelitos fashion y mucho glamour es a lo que te huele en este festival. Postureo, en resumen.

Comienza Neil Young, 21.15 horas, después de haberte tomado tus respectivas cervezas, ver a Gary Clark Jr., buena coincidencia, y haber pagado sin metálico gracias a las pulseras recargables que habilita el festival. Explanada llena de antiguos y nuevos roqueros, ahí observas que ya no eres la única de las zapatillas viejas. Menos mal… ¡comienza Neil! Mitad de concierto en acústico que dio lugar a que la gente se apalancara un poco, porque no había mucho que bailar, pero luego coge su guitarra eléctrica y da luz al concierto. Dos horas y pico de buena música, y eso que a mí no me gusta mucho el country, o cual quiera que sea el estilo de música que define a Neil Young, aunque yo diría que es ese, saliendo a hacer un bis, cosa ya casi inaudita en los nuevos festivales cool.

El resto de la noche dio para ver el mercadillo de diseño instalado a la entrada a la izquierda, al lado del río artificial, cosas muy fashion y algo caras para mi bolsillo, y para continuar con música, en este caso Xoel López, que nos deleitó con nuevas canciones suyas y antiguas del grupo Deluxe, y la música brutal de Corizonas que yo descubrí no hace mucho y a la que estoy cada vez más agradecida.

Desalojo del recinto a 4:00 horas. Pero bueno, ¿esto qué es? Muy mal, dónde quedan esos Summercase, que después de los conciertos programaban a DJs para que estuvieras bailando, por lo menos, hasta las seis de la mañana.

Je ne sais pas. El caso es que con tu subidón, después de haber visto a Corizonas y tener el cuerpo para mucho más baile, te tenías que marchar del lugar.

Muy buen sabor de boca después del Mad Cool, a pesar de las evidentes y acertadas, casi siempre, diferencias, en una tarde-noche soleada, de buena música y de un ambiente colosal y bien organizado.

Susana Benito, desde el Mad Cool de Madriz, para La Llama.